De nuevo esperando la llegada imposible de alguien que logre sacarme de esta madriguera, tratando de encontrar en la oscuridad un motivo por el cual vivir, escarbando en lo más profundo de mi existir el porque estoy así, mirando alrededor, pues puede ser que escuche más que al viento pasar por el pasillo oscuro que da a mi habitación, de nuevo aquí estoy... solo.
Heme aquí, inerte como ya es costumbre, observando cada rayo de sol que entra por mi ventana y deseando que no deje de pasar por el delgado cristal.
Pero es tan fría esta soledad que oscurece ese cristal con su frialdad, es tan intensa que cala ma